Nuestra Cuba sigue siendo una caricatura surrealista, aquí y allá; el cubano no deja de representar su papel en el teatro maquiavélicamente absurdo que construye dondequiera que se asienta con sus cargas, sus plomos, sus conflictos, y por qué no, sus carnadas. Hemos arribado a la playa pero aún no hemos tocado la arena, seguimos flotando en la orilla con la boca abierta esperando un milagro, ese maná que no acaba de descender; y es que nos quedamos ahí, en lo que flota y no sabemos usar ni nuestros plomos ni nuestras carnadas. Sabemos pecar de flotadores pero nunca pescamos. El absurdo es nuestro pan diario y lo digerimos muy diestramente; lo que sucede es que ni siquiera lo evacuamos por donde es: lo vomitamos.
1 comment:
Que no llegamos o nos pasamos.
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