POEMA
DE AMOR
En las
tardes jugábamos con el tiempo.
Resultaba
curioso ver los minutos saltar
de rama
en rama, como grillos, apenas visibles.
Yo te
tomaba de la mano y nos sentábamos juntos
frente a un lago de aguas oscuras.
Es feo, decías, prefiero
mirarte a los ojos.
Son de un color extraño, indescifrable.
Yo sonreía
para que el brillo te encantara.
Después
te contaba una historia o dos.
Siempre
terminabas llorando.
Sólo
hoy, después de tantos años,
cuando
ya no voy al lago
o cuento historias que conmuevan,
o cuento historias que conmuevan,
recuerdo aquellas tardes en las que jugar
con el tiempo era un simple juego.
© Ernesto G., 2013
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