Repetir el canto, alejarse de
los caminos: debajo de un árbol, percibir ciertas geografías. El mapa del
tiempo, no un calendario: la infancia de un pez que tuvo un gato blanco que
perdió los ojos en su primera batalla contra el mal. Un verso nació de aquella
travesía: descubridor que fue descubierto, ungido por las aguas de un río de
rocas. Alejarse de sí mismo fue el primer capítulo: hubo una danza en sus manos
y la dejó caer y cayó junto a ella y fueron los dos polvo en las ventanas, esa
capa fina que es apenas perceptible. Repetir el canto en la bruma, repetirlo
eternamente, ser fugaz como su armonía. Armar nuevos mapas: ser los ojos del
gato de la infancia.
Ernesto G.
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