Friday, December 28, 2012

Horóscoño. Un poema de Samuel Beckett



¿Qué es esto?
¿Un huevo?
Por los hermanos Boot, apesta a fresco.
Dáselo a Gillot.

Cómo estás, Galileo,
¡y sus terceras sucesivas!
¡Asqueroso viejo nivelador copernicano hijo de vivandera!
Nos movemos, dijo, al fin nos marchamos-¡Porca Madonna!
como un contramaestre o un Pretendiente saco-de-patatas cargando                                                                                                              
contra el enemigo.
Esto no es moverse, sino conmoverse.

¿Qué es esto?
¿Una tortilla acerba o una que ha florecido?
¡Dos ovarios revueltos con prosticiutto?
¿Cuánto tiempo lo invaginó, la emplumada?
Tres días y cuatro noches?
Dáselo a Gillot.

Faulhaber, Beeckman y Pedro el Rojo
venid ahora en un alud de nubarrones o en la cristalina nube de                                                                                        
Gassendi, roja como el sol,
y os limaré todas vuestras gallinas-y-medio
o limaré una lente bajo el edredón en la mitad del día.

Pensar que era él, mi propio hermano, Pedro el Bravucón
y que no usaba de silogismo alguno
como si Papi aún estuviera con vida.
¡Ea!, pásame esa calderilla,
¡dulce sudor molido de mi hígado ardiente!
¡Qué días aquéllos, sentado al lado de la estufa, arrojando jesuitas                                                                                                           
por el tragaluz!

¿Y ése, quién es? ¿Hals?
Que espere.

¡Mi adorable bizquita!
Yo me escondía y me buscabas.
Y Francine, precioso fruto mío de un feto casa-y-gabinete!
¡Vaya una exfoliación!
¡Su pequeña epidermis grisácea y desollada, y rojas las amígdalas!
Hija única mía
Azotada por la fiebre hasta en el turbio restañar de su sangre…
¡sangre!
¡Oh, Harvey de mi corazón!
¿qué harán los rojos y los blancos, los muchos en los pocos
(querido Harvey sangre-girador¹º)
para arremolinarse por este batidor resquebrajado?
Y el cuarto Enrique llegó a la cripta de la flecha.
¿Qué es esto?
¿Desde cuando?
Incúbalo.

Un viento de maldad empujaba la desesperación de mi sosiego
contra las escarpadas cimas de la señora
única:
no una vez ni dos, sino…
(¡Burdel de Cristo, empóllalo!)
en una sola anegación de sol.
(Jesuitastros, copien, por favor.)
Por lo tanto adelante con las medias de seda sobre el traje de punto                                                                                                                
y la piel mórbida…
qué estoy diciendo, la suave tela…
y vámonos a Ancona, sobre el brillante Adriático,
y adiós unos instantes a la amarilla llave de los Rosacruces.
Ellos no saben qué es lo que hizo el dueño de todos los que hacen,
que a la nariz le toca el beso del aire todo fétido y fragante
y a los tímpanos, y al trono del orificio fecal
y a los ojos su zigzag.
De esta manera Le bebemos y Le comemos
y el Beaune aguado y los duros cubitos de pan Bimbo
porque Él puede danzar
igual cerca que lejos de Su Esencia Danzante
y tan triste o tan vivo como requiere el cáliz, la bandeja.
¿Qué te parece, Antonio?

¡En el nombre de Bacon, me empollaréis el huevo!
¿O deberé tragárme fantasmas de caverna?

¡Anna María!
Ella lee a Moisés y dice que su amor está crucificado.
¡Leider!  ¡Leider! Florecía pero se marchitó,
pálido y abusivo periquito en el escaparate de una calle mayor.
No, si creo desde el Principio a la última palabra, te lo juro.
¡Fallor, ergo sum!
viejo frôleur esquivo
Toll-ó y legg-ó
y se abrochó el chaleco de redentorista.
No importa, pasémoslo por alto.
Soy un niño atrevido, ya lo sé,
luego no soy mi hijo
(aunque fuese portero)
ni el de Joaquín mi padre,
sino astilla de un palo perfecto que no es viejo ni nuevo
pétalo solitario de una gran rosa, alta y resplandeciente.

¿Estás maduro al fin
pálido y esbelto tordo mío, de seno desdoblado?
¡Qué ricamente huele
este aborto de volantón!
Lo comeré con tenedor para pescado.
Clara y plumas y yema.
Me alzaré luego y empezaré a moverme
hacia Raab de las nieves,
la matinal amazona asesina confesada por el papa,
Cristina la destripadora.

Oh Weulles, no derrames la sangre de un franco
que ha subido los peldaños amargos
(René du Perron…)
y otórgame mi hora
segunda inescrutable sin estrellas.


Versión de Jenaro Talens 

Saturday, December 22, 2012

El mapa



Crear. Un documento. Escribir. Unas sílabas. El mapa. Un punto lejano, casi irreconocible. Crear. Un sitio. Fundar una ciudad. Acceder a ciertos maleficios. Escudriñar las cercanías. Un eco cuelga. Mapa. Cuelga un cadáver. Sobra. Una luz. Un testamento. Escriben. Sin cesar. Cesa la luz. A la luz lo que es del César. Un mapa. Un punto lejano. Crear. Un documento. Escribir. Unas sílabas. El mapa.

Friday, December 21, 2012

La rana que quería ser una rana auténtica

                                                  Augusto Monterroso


Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello. Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. 

Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

Monday, December 17, 2012

Orlando Rossardi en La Feria Internacional del Libro de Miami, 2012

Sintaxis


Foto: Ernesto G.



Una línea que define al fuego,
la mano que engendra una luz,
la melodía de algo aún no dicho,
un verbo escondido, un adverbio 
sin tiempo, un adjetivo que se
adhiere a un sustantivo que
anhela ser sujeto, palabras
sin destino que cabalgan sin fin,
una tarde en la que la lluvia sobra.


© Ernesto G., 2012

Sunday, December 16, 2012

THERE WERE THINGS I SAW AND COULD BARELY DESCRIBE



Foto: Ernesto G.


There were things I saw and could barely describe,
shadows upon shadows rolling down the corridor.
There were words written on the wall,
the essence of which I did not grasp.
There were voices, too,
but they were distant and weak,
like echoes of echoes, sound-reflecting mirrors,
hardly audible.
There were things I saw and could barely describe,
glass shattered on the floor, like forsaken pearls,
perished souls, sprinkles of a dry imagination,
battles of a dream, the remnants of some formidable war.
There were things I saw and could barely describe.
Then I wrote this poem, closed my eyes,
finished that book, walked quietly into the end of despair.


© Ernesto G., 2012

Tuesday, December 11, 2012

THEN COMES THIS THOUGHT



Then comes this thought
(or is it a desire?)
and takes over
and fills the empty hallways
of contentment.
Oh, what a wicked hand
it turns out to be.
I see these dead stones
rolling, gathering dirt
and abandoned dreams.
I listen to the buried bulbs.
I smell flowers filled
with disgraced wisdom.
Enough, I have heard enough.
Let me have a minute of anticipated silence.
Let me enter these whispering terrors
by myself, nervously at ease.
Let me enter this thought.
Let me fulfill her desire.


© Ernesto G., 2012