Friday, December 28, 2012

Horóscoño. Un poema de Samuel Beckett



¿Qué es esto?
¿Un huevo?
Por los hermanos Boot, apesta a fresco.
Dáselo a Gillot.

Cómo estás, Galileo,
¡y sus terceras sucesivas!
¡Asqueroso viejo nivelador copernicano hijo de vivandera!
Nos movemos, dijo, al fin nos marchamos-¡Porca Madonna!
como un contramaestre o un Pretendiente saco-de-patatas cargando                                                                                                              
contra el enemigo.
Esto no es moverse, sino conmoverse.

¿Qué es esto?
¿Una tortilla acerba o una que ha florecido?
¡Dos ovarios revueltos con prosticiutto?
¿Cuánto tiempo lo invaginó, la emplumada?
Tres días y cuatro noches?
Dáselo a Gillot.

Faulhaber, Beeckman y Pedro el Rojo
venid ahora en un alud de nubarrones o en la cristalina nube de                                                                                        
Gassendi, roja como el sol,
y os limaré todas vuestras gallinas-y-medio
o limaré una lente bajo el edredón en la mitad del día.

Pensar que era él, mi propio hermano, Pedro el Bravucón
y que no usaba de silogismo alguno
como si Papi aún estuviera con vida.
¡Ea!, pásame esa calderilla,
¡dulce sudor molido de mi hígado ardiente!
¡Qué días aquéllos, sentado al lado de la estufa, arrojando jesuitas                                                                                                           
por el tragaluz!

¿Y ése, quién es? ¿Hals?
Que espere.

¡Mi adorable bizquita!
Yo me escondía y me buscabas.
Y Francine, precioso fruto mío de un feto casa-y-gabinete!
¡Vaya una exfoliación!
¡Su pequeña epidermis grisácea y desollada, y rojas las amígdalas!
Hija única mía
Azotada por la fiebre hasta en el turbio restañar de su sangre…
¡sangre!
¡Oh, Harvey de mi corazón!
¿qué harán los rojos y los blancos, los muchos en los pocos
(querido Harvey sangre-girador¹º)
para arremolinarse por este batidor resquebrajado?
Y el cuarto Enrique llegó a la cripta de la flecha.
¿Qué es esto?
¿Desde cuando?
Incúbalo.

Un viento de maldad empujaba la desesperación de mi sosiego
contra las escarpadas cimas de la señora
única:
no una vez ni dos, sino…
(¡Burdel de Cristo, empóllalo!)
en una sola anegación de sol.
(Jesuitastros, copien, por favor.)
Por lo tanto adelante con las medias de seda sobre el traje de punto                                                                                                                
y la piel mórbida…
qué estoy diciendo, la suave tela…
y vámonos a Ancona, sobre el brillante Adriático,
y adiós unos instantes a la amarilla llave de los Rosacruces.
Ellos no saben qué es lo que hizo el dueño de todos los que hacen,
que a la nariz le toca el beso del aire todo fétido y fragante
y a los tímpanos, y al trono del orificio fecal
y a los ojos su zigzag.
De esta manera Le bebemos y Le comemos
y el Beaune aguado y los duros cubitos de pan Bimbo
porque Él puede danzar
igual cerca que lejos de Su Esencia Danzante
y tan triste o tan vivo como requiere el cáliz, la bandeja.
¿Qué te parece, Antonio?

¡En el nombre de Bacon, me empollaréis el huevo!
¿O deberé tragárme fantasmas de caverna?

¡Anna María!
Ella lee a Moisés y dice que su amor está crucificado.
¡Leider!  ¡Leider! Florecía pero se marchitó,
pálido y abusivo periquito en el escaparate de una calle mayor.
No, si creo desde el Principio a la última palabra, te lo juro.
¡Fallor, ergo sum!
viejo frôleur esquivo
Toll-ó y legg-ó
y se abrochó el chaleco de redentorista.
No importa, pasémoslo por alto.
Soy un niño atrevido, ya lo sé,
luego no soy mi hijo
(aunque fuese portero)
ni el de Joaquín mi padre,
sino astilla de un palo perfecto que no es viejo ni nuevo
pétalo solitario de una gran rosa, alta y resplandeciente.

¿Estás maduro al fin
pálido y esbelto tordo mío, de seno desdoblado?
¡Qué ricamente huele
este aborto de volantón!
Lo comeré con tenedor para pescado.
Clara y plumas y yema.
Me alzaré luego y empezaré a moverme
hacia Raab de las nieves,
la matinal amazona asesina confesada por el papa,
Cristina la destripadora.

Oh Weulles, no derrames la sangre de un franco
que ha subido los peldaños amargos
(René du Perron…)
y otórgame mi hora
segunda inescrutable sin estrellas.


Versión de Jenaro Talens 

Saturday, December 22, 2012

El mapa



Crear. Un documento. Escribir. Unas sílabas. El mapa. Un punto lejano, casi irreconocible. Crear. Un sitio. Fundar una ciudad. Acceder a ciertos maleficios. Escudriñar las cercanías. Un eco cuelga. Mapa. Cuelga un cadáver. Sobra. Una luz. Un testamento. Escriben. Sin cesar. Cesa la luz. A la luz lo que es del César. Un mapa. Un punto lejano. Crear. Un documento. Escribir. Unas sílabas. El mapa.

Friday, December 21, 2012

La rana que quería ser una rana auténtica

                                                  Augusto Monterroso


Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello. Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. 

Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

Monday, December 17, 2012

Orlando Rossardi en La Feria Internacional del Libro de Miami, 2012

Sintaxis


Foto: Ernesto G.



Una línea que define al fuego,
la mano que engendra una luz,
la melodía de algo aún no dicho,
un verbo escondido, un adverbio 
sin tiempo, un adjetivo que se
adhiere a un sustantivo que
anhela ser sujeto, palabras
sin destino que cabalgan sin fin,
una tarde en la que la lluvia sobra.


© Ernesto G., 2012

Sunday, December 16, 2012

THERE WERE THINGS I SAW AND COULD BARELY DESCRIBE



Foto: Ernesto G.


There were things I saw and could barely describe,
shadows upon shadows rolling down the corridor.
There were words written on the wall,
the essence of which I did not grasp.
There were voices, too,
but they were distant and weak,
like echoes of echoes, sound-reflecting mirrors,
hardly audible.
There were things I saw and could barely describe,
glass shattered on the floor, like forsaken pearls,
perished souls, sprinkles of a dry imagination,
battles of a dream, the remnants of some formidable war.
There were things I saw and could barely describe.
Then I wrote this poem, closed my eyes,
finished that book, walked quietly into the end of despair.


© Ernesto G., 2012

Tuesday, December 11, 2012

THEN COMES THIS THOUGHT



Then comes this thought
(or is it a desire?)
and takes over
and fills the empty hallways
of contentment.
Oh, what a wicked hand
it turns out to be.
I see these dead stones
rolling, gathering dirt
and abandoned dreams.
I listen to the buried bulbs.
I smell flowers filled
with disgraced wisdom.
Enough, I have heard enough.
Let me have a minute of anticipated silence.
Let me enter these whispering terrors
by myself, nervously at ease.
Let me enter this thought.
Let me fulfill her desire.


© Ernesto G., 2012

Saturday, November 24, 2012

Franz Kafka ha dicho basta y ha echado a andar

Franz Kafka ha dicho basta y ha echado a andar. Ha ido a morir en dos ríos y con una pistola se ha dado un tiro mientras hablaba por radio. Humanos que me escuchan, en el tronco de un árbol una niña ha encontrado una cucaracha. Dentro del tronco, todo, fuera del tronco, nada. La niña se ha ido a Guatemala y ahí se ha muerto de amor, que es una enfermedad venérea. Ella y Franz se conocieron en casa de María Antonia. Pero nunca lo dicen por modestia, por no hablar de sí mismos.

Imagen y matanza


Ha de jugarse el juego de la semántica, palabras y significado, ha de sentarse uno a contemplar la cuchilla que cae en el jarrón de miel y luego cercena a las moscas. Imagen y matanza, seamos todos alabados, imagen y matanza, honremos al Señor. Una luz es fuego en el agua que emana de la tierra. Un fuego es luz en la tierra que emana del agua. Semántica, palabras, significados. Imagen y matanza. Imagen y matanza.

© Ernesto G., 2012

Friday, November 23, 2012

Partus nomides placentus




Partus nomides placentus
Erus sintes flaccidis, sorta.
Garton fierum serestra ah!
Gustiem somidem siliaris.
Olenius partitum sea siur,
Ohrta siem seramius biesto
Quiehm sopires le sulfidis
Esquier sumios lidiestra.


© Ernesto G.

Breve tratado sobre el verbo



Sea el verbo, sea la sed de escribirlo, sea, ser y no ser, cuestión ineludible, ser sexo (sex, oh!), significativo verbo del agobio de ser el verbo del ser que no se hace si no se dice verbo, di dado, dado que dice en el aire y en suelo, sea el verbo, verborrea, barbarie, barba y ríe, ríete de las barbas de tu vecino si las ves arder pero pon las tuyas en remojo, verbo ser, verbo hacer, al ser lo que es el del ser, al verbo lo que es del verbo, al César, qué quedará para el César si se lo damos todo al verbo, démosle las barbas del vecino, oh agobio de ser uno y dos y tres, agobio de hacer, agobio de la sed, agobio del verbo que se encasquilla, una palabra cae plomo, verbo, verbo, verbo, ser y no hacer, hacer y no ser, sed en fin, fin de la sed, verbo sediento y sedoso, verbo, sea el verbo, sea la sed de escribirlo, cuestión ineludible.

Wednesday, November 21, 2012

Tratado romanoide sobre la luz



Aurora y se edulcoran los romanos,
caballeros que tragan el polvo y el humo,
luces que se bifurcan, gnomos que saltan.
Dueños de vacíos
lamen el fuego de las espadas,
salmo y designio silencioso.
Descifran los dominios y se escabullen.
Allí la serpiente los abraza, espiral y metáfora,
anticuados velámenes de la palabra,
inmovilidad de la luz con sus redobles.
Tanta oscuridad los ha hecho transparentes.

Tuesday, November 13, 2012

Los relatos de Maurice Sparks en la Feria del Libro de Miami

Stand de Eriginal Books NE 2nd Ave and 5th NE St
Les anuncio que mi libro Los relatos de Maurice Sparks (Editorial Silueta, 2011) estará a la venta en el stand de Eriginal Books durante la Feria Internacional del Libro de Miami. Es una colaboración singular entre editoriales de la que me place ser benefactor porque como saben mi libro fue publicado por Editorial Silueta, que dirigen Rodolfo Martinez Sotomayor y su esposa Eva. M. Vergara.
Gracias a Marlene Moleon, presidenta de la editorial Eriginal Books, por su apoyo.

Saturday, November 10, 2012

LA BRUJA GENTIL


Lancémonos todos al mar,
dice la bruja gentil.
Busquemos el fondo,
la roca y el pez, la arena
que ha danzado
hasta lo más
profundo.
Busquemos la risa del sol,
hasta aquí ha llegado.
Mirémoslo todo y toquemos la sal.
Bailemos entre los olas profundas.
Lancémonos todos al mar,
dice la bruja gentil.
Ahogados estamos.  

© Ernesto G.

Sunday, October 28, 2012

Vino que asciende


Vino que asciende, vacío y pandereta. Un rumbo que es rumba y la mano que es menos y es más. Asustas a tu sombra con tanta oscuridad. Lugares comunes, sitios inhabitables. Hemos de pedir un minuto de ruido para evitar el roce del silencio. Ráfaga y fuego. Agua que siembra desidias. ¿Cómo dividirse en estas mitades y seguir siendo uno?

Sunday, October 21, 2012

Revolución

 Slavomir Mrozek

En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí. Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista. Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por “ese cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo” también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio -es decir, el cambio seguía siendo un cambio-, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario…

***

Slawomir Mrozek es un autor y dramaturgo polaco contemporáneo, (nacido en 1930 en Borzecin) que explora en sus obras el comportamiento humano, la alienación y el abuso de poder de los sistemas totalitarios. Ha alcanzado también una gran popularidad como dibujante de comics.

Mrozek también es autor de relatos breves, generalmente de tipo satírico y humorístico, reunidos en volúmenes como La Mosca, El árbol o El elefante, de reciente aparición. En sus relatos parodia la vida cotidiana de los polacos, retratando muchas veces con ironía la supuesta diferencia entre los mundos comunista y capitalista, sin adherirse a ninguno de los dos. Su eficacia satírica lo ha convertido en una figura venerada en su Polonia natal (así como en muchos otros países en los que su obra ha sido traducida).
Con un humor punzante, cercano a veces al jocoso disparate, siempre finísimo y a veces definitivamente poético, Mrozek mantiene en el lector, viva y sin grandilocuencia, una sonrisa que estalla a menudo en franca carcajada, con la fuerza vital de la libertad.

 

Sunday, September 9, 2012

Sexto número de la revista Conexos


Los invito a leer el sexto número de la revista Conexos.
Lista de autores:

  • Armando de Armas
  • Manuel Sosa
  • Rolando Morelli
  • Juan Francisco Pulido
  • Joaquín Badajoz
  • Rafaela Vergara Ayala
  • Carlos M-Castro
  • Efrain Riverón Arguelles
  • Luis de la Paz
  • Elvira de las Casas
  • L. Santiago Méndez Alpízar
  • Lleny Díaz
  • Sindo Pacheco

Saturday, September 1, 2012

Un poema empieza a sujetarme


Un poema empieza a sujetarme,
a hundirme y a hundirse.
Acudo a metáforas sucias,
veneno y redención,
caldo de brujas que sudan
sobre mi pene erecto.
Viajo hacia el fin
y regreso con la espada sangrando.
Soy un jinete cobarde.
Eso.
Siempre cabalgo en la oscuridad.
Hago sangrar a la bestia.
Caigo desfallecido en el silencio
de un cuerpo distante.
Lumbre tenebrosa, vertedero,
un paso y una cadena.
He vuelto. Me he devuelto.
Renuncio.
Equilibrio verbal o transcurso.
Frívolo pecado inasible.
Un poema empieza a sujetarme.
He de escapar.
Ese será mi pretexto.


© Ernesto G.

Friday, August 31, 2012

The game, a poem by Ernesto G.


The children play in the dark
and dance and scream.
Blue and black, and gray,
because gray is the sword.
They know.
Time is theirs only momentarily.
The neighbors have heard them
and complain.
The parents are deaf or pretend to be.
Nothing is sacred anymore, someone says.
Not even this silence that we build
with our own failures and fears.
The children, they know;
they come and go.
They stay.
The neighbors, they know, too.
They drink coffee and wait.
They hide.
The children play in the dark.
Time is theirs now
and they play with it,
throw it up in the air,
kick it away
like a balloon.
The neighbors complain.
They play their own game.
Nothing is sacred anymore.

© Ernesto G.


Thursday, August 30, 2012

El anuncio, un poema de Ernesto G.


Nombras el sitio,
das las tres voces.
Encandilado por el polvo,
recorres cada tramo
en busca de humedad.
Ha de haber un rubor,
una hoja en blanco,
un pasadizo secreto,
un canto fúnebre.
Ha de haber un anuncio.
Vendrán a escucharte.
A cada uno nombrarás,
no por su nombre
sino por su máscara,
Inscribirás en su piel
el mapa rotundo,
los verás danzar
en el polvo,
abrir sus bocas
en busca del agua
agotada.
Todo es salvable
menos las esquirlas.
Los ves agonizar,
hundirse en la arena.
Levantas el brazo,
nombras el sitio,
das las tres voces.
Se abre la tierra.
Sale el agua.
Los ves ahogarse,
morir por la boca.

© Ernesto G.


Sunday, August 26, 2012

Quinto número de la revista Conexos

Los invito a leer el quinto número de la revista Conexos.

Thursday, August 16, 2012

Clase, un relato de Charles Bukowski


No estoy muy seguro del lugar. Algún sitio al Noroeste de California. Hemingway acababa de terminar una novela, había llegado de Europa o de no sé dónde, y ahora estaba en el ring pegándose con un tipo. Había periodistas, críticos, escritores -bueno, toda esa tribu- y también algunas jóvenes damas sentadas entre las filas de butacas. Me senté en la última fila. La mayor parte de la gente no estaba mirando a Hem. Sólo hablaban entre sí y se reían.
El sol estaba alto. Era a primera hora de la tarde. Yo observaba a Ernie. Tenía atrapado a su hombre, y estaba jugando con él. Se le cruzaba, bailaba, le daba vueltas, lo mareaba. Entonces lo tumbó. La gente miró. Su oponente logró levantarse al contar ocho. Hem se le acercó, se paró delante de él, escupió su protector bucal, soltó una carcajada, y volteó a su oponente de un puñetazo. Era como un asesinato. Ernie se fue hacia su rincón, se sentó. Inclinó la cabeza hacia atrás y alguien vertió agua sobre su boca.
Yo me levanté de mi asiento y bajé caminando despacio por el pasillo central. Llegué al ring, extendí la mano y le di unos golpecitos a Hemingway en el hombro.
-¿Señor Hemingway?
-¿Sí, qué pasa?
-Me gustaría cruzar los guantes con usted.
-¿Tienes alguna experiencia en boxeo?
-No.
-Vete y vuelve cuando hayas aprendido algo.
-Mire, estoy aquí para romperle el culo.
Ernie se rió estrepitosamente. Le dijo al tipo que estaba en el rincón:
-Ponle al chico unos calzones y unos guantes.
El tipo saltó fuera del ring y yo lo seguí hasta los vestuarios.
-¿Estás loco, chico? -me preguntó.
-No sé. Creo que no.
-Toma. Pruébate estos calzones.
-Bueno.
-Oh, oh... Son demasiado grandes.
-A la mierda. Están bien.
-Bueno, deja que te vende las manos.
-Nada de vendas.
-¿Nada de vendas?
-Nada de vendas.
-¿Y qué tal un protector para la boca?
-Nada de protectores.
-¿Y vas a pelear en zapatos?
-Voy a pelear en zapatos.
Encendí un puro y salimos afuera. Bajé tranquilamente hacia el ring fumando mi puro. Hemingway volvió a subir al ring y ellos le colocaron los guantes.
No había nadie en mi rincón. Finalmente alguien vino y me puso unos guantes. Nos llamaron al centro del ring para darnos las instrucciones.
-Ahora, cuando caigas a la lona -me dijo el árbitro- yo...
-No me voy a caer -le dije al árbitro.
Siguieron otras instrucciones.
-Muy bien, vuelvan a sus rincones; y cuando suene la campana, salgan a pelear. Que gane el mejor. Y -se dirigió hacia mí- será mejor que te quites ese puro de la boca.
Cuando sonó la campana salí al centro del ring con el puro todavía en la boca. Me chupé toda una bocanada de humo y se la eché en la cara a Hemingway. La gente rió.
Hem se vino hacia mí, me lanzó dos ganchos cortos, y falló ambos golpes. Mis pies eran rápidos. Bailaba en un continuo vaivén, me movía, entraba, salía, a pequeños saltos, tap tap tap tap tap, cinco veloces golpes de izquierda en la nariz de Papá. Divisé a una chica en la fila frontal de butacas, una cosa muy bonita, me quedé mirándola y entonces Hem me lanzó un directo de derecha que me aplastó el cigarro en la boca. Sentí cómo me quemaba los labios y la mejilla; me sacudí la ceniza, escupí los restos del puro y le pegué un gancho en el estómago a Ernie. Él respondió con un derechazo corto, y me pegó con la izquierda en la oreja. Esquivó mi derecha y con una fuerte volea me lanzó contra las cuerdas. Justo al tiempo de sonar la campana me tumbó son un sólido derechazo a la barbilla. Me levanté y me fui hasta mi rincón.
Un tipo vino con una toalla.
-El señor Hemingway quiere saber si todavía deseas seguir otro asalto.
-Dile al señor Hemingway que tuvo suerte. El humo se me metió en los ojos. Un asalto más es todo lo que necesito para finalizar el asunto.
El tipo con la toalla volvió al otro extremo y pude ver a Hemingway riéndose.
Sonó la campana y salí derecho. Empecé a atacar, no muy fuerte, pero con buenas combinaciones. Ernie retrocedía, fallando sus golpes. Por primera vez pude ver la duda en sus ojos.
¿Quién es este chico?, estaría pensando. Mis golpes eran más rápidos, le pegué más duro. Atacaba con todo mi aliento. Cabeza y cuerpo. Una variedad mixta. Boxeaba como Sugar Ray y pegaba como Dempsey.
Llevé a Hemingway contra las cuerdas. No podía caerse. Cada vez que empezaba a caerse, yo lo enderezaba con un nuevo golpe. Era un asesinato. Muerte en la tarde.
Me eché hacia atrás y el señor Hemingway cayó hacia adelante, sin sentido y ya frío.
Desaté mis guantes con los dientes, me los saqué, y salté fuera del ring. Caminé hacia mi vestuario; es decir, el vestuario del señor Hemingway, y me di una ducha. Bebí una botella de cerveza, encendí un puro y me senté en el borde de la mesa de masajes. Entraron a Ernie y lo tendieron en otra mesa. Seguía sin sentido. Yo estaba allí, sentado, desnudo, observando cómo se preocupaban por Ernie. Había algunas mujeres en la habitación, pero no les presté la menor atención. Entonces se me acercó un tipo.
-¿Quién eres? -me preguntó-. ¿Cómo te llamas?
-Henry Chinaski.
-Nunca he oído hablar de ti -dijo.
-Ya oirás.
Toda la gente se acercó. A Ernie lo abandonaron. Pobre Ernie. Todo el mundo se puso a mi alrededor. También las mujeres. Estaba rodeado de ladrillos por todas partes menos por una. Sí, una verdadera hoguera de clase me estaba mirando de arriba a abajo. Parecía una dama de la alta sociedad, rica, educada, de todo -bonito cuerpo, bonita cara, bonitas ropas, todas esas cosas-. Y clase, verdaderos rayos de clase.
-¿Qué sueles hacer? -preguntó alguien.
-Follar y beber.
-No, no -quiero decir en qué trabajas.
-Soy friegaplatos.
-¿Friegaplatos?
-Sí.
-¿Tienes alguna afición?
-Bueno, no sé si puede llamarse una afición. Escribo.
-¿Escribes?
-Sí.
-¿El qué?
-Relatos cortos. Son bastante buenos.
-¿Has publicado algo?
-No.
-¿Por qué?
-No lo he intentado.
-¿Dónde están tus historias?
-Allá arriba -señalé una vieja maleta de cartón.
-Escucha, soy un crítico del New York Times. ¿Te importa si me llevo tus relatos a casa y los leo? Te los devolveré.
-Por mí de acuerdo, culo sucio, sólo que no sé dónde voy a estar.
La estrella de clase y alta sociedad se acercó:
-Él estará conmigo.
Luego me dijo:
-Vamos, Henry, vístete. Es un viaje largo y tenemos cosas que... hablar.
Empecé a vestirme y entonces Ernie recobró el sentido.
-¿Qué coño pasó?
-Se encontró con un buen tipo, señor Hemingway -le dijo alguien.
Acabé de vestirme y me acerqué a su mesa.
-Eres un buen tipo, Papá. Pero nadie puede vencer a todo el mundo.
-Estreché su mano -no te vueles los sesos.
Me fui con mi estrella de alta sociedad y subimos a un coche amarillo descapotado, de media manzana de largo. Condujo con el acelerador pisado a fondo, tomando las curvas derrapando y chirriando, con el rostro bello e impasible. Eso era clase. Si amaba de igual modo que conducía, iba a ser un infierno de noche.
El sitio estaba en lo alto de las colinas, apartado. Un mayordomo abrió la puerta.
-George -le dijo-. Tómate la noche libre. O, mejor pensado, tómate la semana libre.
Entramos y había un tipo enorme sentado en una silla, con un vaso de alcohol en la mano.
-Tommy -dijo ella- desaparece.
Fuimos introduciéndonos por los distintos sectores de la casa.
-¿Quién era ese grandulón?
-Thomas Wolfe -dijo ella-. Un coñazo.
Hizo una parada en la cocina para coger una botella de bourbon y dos vasos.
Entonces dijo:
-Vamos.
La seguí hasta el dormitorio.
A la mañana siguiente nos despertó el teléfono. Era para mí. Ella me alcanzó el auricular y yo me incorporé en la cama.
-¿Señor Chinaski?
-¿Sí?
-Leí sus historias. Estaba tan excitado que no he podido dormir en toda la noche. ¡Es usted seguramente el mayor genio de la década!
-¿Sólo de la década?
-Bueno, tal vez del siglo.
-Eso está mejor.
-Los editores de Harperis y Atlantic están ahora aquí conmigo. Puede que no se lo crea, pero cada uno ha aceptado cinco historias para su futura publicación.
-Me lo creo -dije.
El crítico colgó. Me tumbé. La estrella y yo hicimos otra vez el amor.

Sunday, August 5, 2012

El amor y otras nimiedades


Ella sabe. El tiempo nos consume.
Una manera de vivir. Es decir, no siendo.
Manos y deseos, humedades.
Corto el gozo en dos mitades.
Habito silencios.
Ella duerme en mis erecciones.
Eyaculo con cuidado, para que nadie se enamore.
El sexo es algo impredecible.
Eso dicen del amor.

Ernesto G. 2012

Sunday, July 29, 2012

Avenida Zero - Puede ser

Como es tradición cada verano, ayer fui a Warped Tour. A pesar del calor, tuve la oportunidad de disfrutar de la actuación de Avenida Zero, un grupo de rock de Miami que hace música en inglés pero con letras en español. Lo hacen muy bien. Compruébelo usted mismo. A propósito, la vocalista es la sobrina de José Abreu.

Wednesday, July 25, 2012

La fe y las montañas, Augusto Monterroso

Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios. Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio. Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.