Saturday, December 31, 2011

Nostalgia


Un día empezaremos a talar el bosque,
uno a uno irán cayendo los árboles.
Haremos una casa cerca del mar.
Nos bañaremos con la sal y los sargazos.
Despertaremos con el ruido de las olas.
Pero en las tardes extrañaremos
el vago rumor de las ramas,
el olor a tierra mojada,
la leve caída de las hojas.
Regresaremos al bosque,
que ya para entonces será un desolado páramo,
y diremos: “Aquí estuvo la ventana, aquí la puerta,
aquí la pared sur, aquí los maderos del piso.”

© Ernesto González, 2011

Friday, December 30, 2011

Una copa de vino, su cristal


Una  copa de vino, su cristal,
el color de la uva,
si lo ves, si tus ojos
se percatan, corre hacia ti
y te abraza,
su olor te saluda,
te toma de la mano,
y te lleva, leve, hacia algún lugar
iluminado o tal vez oscuro,
donde habita un silencio.
Ahí te quedas por un instante
y escribes este poema.


© Ernesto González, 2011

Thursday, December 29, 2011

El escriba


Manos sin fin, manos que se alejan,
costa del desamparo, nieves transitorias,
una luz que vuelve y se deposita
sobre los libros del polvo,
el escribano que persigue ciego
un ave de faz indescriptible.
Paso a paso,
un camino.
Paso a paso,
una sombra.
Paso a paso,
el comienzo, el fin, la
temprana ascensión
de lo impalpable.
Manos sin fin, manos
que se alejan,
costas
que se esfuman.
Una luz que vuelve.
Un escriba ciego
caza un ave.

© Ernesto González, 2011

Tuesday, December 27, 2011

Poética


Huyo.
No es ésa mi poesía.
De ciertas palabras huyo.
De ciertos tonos huyo.
De la metáfora árida huyo.
De la no música huyo.
Un verso es un golpe,
O no es.
Por eso huyo.
Pero no me escondo.

© Ernesto González, 2011

Monday, December 26, 2011

Reinaldo García Ramos sobre Los relatos de Maurice Sparks

Por Reinaldo García Ramos

Para aludir a aquel antiguo anuncio de la Coca-Cola, confieso que para mí la lectura del libro de cuentos de Ernesto G., Los relatos de Maurice Sparks, ha sido “la pausa que refresca”. Lo he leído con alivio, con un particular regocijo. Sus páginas tienen un sabor muy diferente a lo que habitualmente producen nuestros narradores cubanos del exilio. Desde las primeras páginas, uno capta ese sabor diferente, las burbujas picantes del refresco, la brevedad calculada, que mata la sed pero que aún deja cierto deseo de seguir bebiendo.

PARA LEER LA RESEÑA COMPLETA, VISITE EL BLOG LA OTRA ESQUINA DE LAS PALABRAS DEL POETA JOAQUÍN GÁLVEZ.

Saturday, December 24, 2011

A Christmas poem


Yes, world of indifference,
Machinations, dry desires, wet breasts,
Naked woman in my room,
Not a whore,
Not a whore,
Not today.
This is the time, but not the place.
You can choose your saints.
They’re on display on the sidewalk.
Are they bleeding?
They are the masters. We’re the victims.
They’re the victims. We’re the masters.
They’re the victims.
We’re the victims.
No penitence, but charm.
No penitence, but charm.
Amen.
Spare me the salvation.
Spare me the hour.
Spare me the words that
Have been reshaped, reconfigured,
Redirected, reassigned.
Oh, Lord, let me seek the emotion
Among the rubbles of reason.
Oh, Lord, this is not the time,
This is not the place.
I need a whore, Jesus,
But not today, not today.

© Ernesto González, 2011



Thursday, December 15, 2011

Ena Columbié sobre Los relatos de Maurice Sparks

Maurice es natural, sin rebuscamientos ni barroquismos expresivos, tampoco es amanerado ni pedante, tiene un equilibro que se balancea entre el macho latino y el poeta escondido, Está el dolor incrustado en mi mano, ese dolor que dejaste ahí aquella tarde en la que empezaste a abandonarme. Pero su característica más relevante es el marcado deseo sexual que lo arrastra a las disímiles aventuras alrededor de los 71 relatos, mayoría de los cuales no sobrepasan la mitad de la página. Esa es otra ganancia de Ernesto, saber manejar la brevedad y convertirla en su aliada con maestría. A medida en que el libro crece notamos un desarrollo narrativo más rico, más descriptivo en ocasiones, muestra que el autor va cogiendo sabor a las laderas de todos los caminos que auguran mejores amaneceres.

Lea la reseña completa en El Exégeta.

Saturday, December 10, 2011

Juan Carlos Recio en Delio Photo Studio

Delio Photo Studio, Neo Club Ediciones y Editorial Silueta invitan a la presentación el próximo miércoles 14 de deciembre, a las 7:00 p.m., del poemario Sentado en el aire (Editorial Capiro, 2011), del escritor cubano Juan Carlos Recio.

La cita es en el 2399 de la Coral Way (Miami, Florida 33145) y el libro será presentado por el también escritor, y director de Silueta, Rodolfo Martínez Sotomayor. La entrada es gratuita y los organizadores ofrecerán un refrigerio.

Recio (Santa Clara, 1968) reside en Nueva York desde el año 2000 y ha publicado los poemarios La pasión del ignorante y El buscaluz colgado, premio Ciudad de Santa Clara en 1990. En 1991 obtuvo también una primera mención en el Premio Julián del Casal de la UNEAC con su poemario inédito Hay un hombre en la cruz.

Juan Carlos Recio tiene inéditos también, entre otros, los poemarios Para matarlos a todos y Yo soy el rey Juan Carlos. Edita el blog Sentado en el aire.

Saturday, December 3, 2011

Poeta en actos

                                          Al amigo Callejas

Poeta en actos punibles.
Poeta en actos sexuales.
Yo debiera ser poeta.
Alguna clase de poeta.

Poeta en actos vergonzosos,
poeta en actos asesinos.
Yo debiera ser poeta.
Poeta en actos inmorales,
poeta en actos invisibles.
Poeta en dos actos o en tres,
nunca en cuatro.
Poeta en actos infinitos.
Yo debiera ser poeta, os lo digo,
poeta de tarde en la mañana, poeta
de luz en las tinieblas, poeta
del ser que se desliza por el estar
muy tenuemente.
Un poeta en actos sublimes,
un poeta en actos finales,
un poeta que escriba un verso
que me redima de esos otros actos
innombrables.

Tuesday, November 22, 2011

FRÍO


FRÍO

Por Sindo Pacheco

La anestesia me fue sometiendo mucho antes de entrar en el salón. Me extrajeron con sumo cuidado, y unas manos de suavidad de alas, me depositaron en la urna.
Se hizo entonces muy difícil precisar el paso del tiempo, sin distinguir la sombra de la luz, ni el ruido del silencio, salvo que la temperatura de conservación del urnatorio era muy fría. Para hacer más tolerable aquella estancia, me di a revivir ciertos eventos que entorpecían mi memoria. Recordé los paseos de mi infancia, y el asombro con que miraba y develaba el mundo circundante. Recordé algo de la velocidad: un tren o un caballo sobre un fondo de verdes. Recordé un saludo, cierta despedida, y otras incidencias, que ahora exageraba o dignificaba en un juego piadoso de imaginería.
Sabía que junto a mí había otros iguales porque la interacción que emanaba de ellos, producía radiaciones. A mi derecha había alguien que me ponía deprimido con su letanía de queja interminable, como si tuviera dañada la zona del dolor. Por mi izquierda sentía un influjo amoroso, de música de ángeles, que hacía palpitar mis circunvoluciones. Tras de mí, donde solía estar Occipital, sentía una paz como de aire, o de paisaje abierto al cielo.
Mi preocupación no era la espera, que podía prolongarse en su abismal monotonía, sino que por algún error profesional, me devolvieran un cuerpo equivocado, cuya bóveda craneal oprimiera mis partes con la severidad que suele acompañar la negligencia.
Eso activó mis temores y la zona grotesca del mal imaginar, y un día amanecí en un cuerpo de mujer. Era tan hermosa que bastaba asomarme a algún espejo para admirar su increíble simetría. Me enamoré de aquel ser de ojos almendrados, de su larga cabellera, de su sexo ampuloso que masturbaba indefinidamente, y de su forma de hacer mi voluntad sin la más mínima queja.
Pero muy pronto la aburrí. Tal vez debido a su propia sumisión, o porque ya no podía soportar los galanteos de los hombres, que se embebían con mis senos o me escrutaban las piernas con sus ojos llenos de lujuria.
Tenía una compañera de trabajo que secundaba mis rodeos por la ciudad. Era alta y delgada, de oscuros ojos grises, y muy tierna de sonrisa. Ella fue cubriendo aquel vacío de patria que significaba morar en otro cuerpo. Su cálida presencia solía introducirme en un origen, o en algún sentido de pertenencia perdida. De forma natural cayó en mis brazos una tarde, junto a un frasco de licor; y de forma tan natural seguimos el romance, que en la complacencia del sueño, no me importó que el mundo nos tomara por lesbianas.
Desperté de aquella pesadilla, y me asaltó el temor profético de que pudiera convertirse en realidad. En tal caso, juré encontrar mi cuerpo a cualquier precio. Acaso se defendería de mí, obedeciendo las órdenes de aquel que lo ocupaba; pero estaba decidido a instrumentar la violencia y conducirlo hasta algún cirujano que me hiciera tal devolución, y que yo pagaría siendo su esclavo si fuera pertinente.
Sin embargo una mañana me arrojaron a un sitio que enseguida reconocí era mi casa. Me sentí feliz y protegido, mientras un efluvio caliente de energía irradiaba mis interioridades. ¡Qué grato es estar en uno mismo!
Mi cuerpo, empero, estaba magullado y maltrecho. A casi nadie le duele el dolor de un cuerpo ajeno. Mi cuerpo regresó con problemas cardiovasculares. Le habían incorporado dos piernas que no eran compañeras, ambas del mismo pie izquierdo, y me faltaba el pulgar de la mano derecha. Desconozco el rigor a que fuera sometido, ni bajo qué bandera o estandarte fue juramentado.
Cobré mi paga, insuficiente para poder restablecerme. Nunca más cambiaría mi cuerpo por dinero. Me puse el sobretodo y huí, metiéndome en las sombras.

Sunday, November 20, 2011

Hoy, El instante, en la Feria del Libro


El Instante, novela del escritor cubano José Abreu Felippe, publicada por Editorial Silueta.

Lugar: Wolfson Campus del Miami Dade College, Salón 6100, Edificio 6.
Hora: 3:00 pm

Tuesday, November 15, 2011

Las Horas, este viernes en Delio Photo Studio

La Colección Strumento y Delio Photo Studio invitan el próximo viernes 18 de noviembre, a las 7:00 p.m., a la presentación del libro Las Horas, en el marco de una exposición fotográfica en la que participarán varios de los artistas involucrados en el volumen.

Las Horas, con selección y prólogo de la poetisa Ena Columbié, es un libro que combina el arte fotográfico y la poesía. El evento incluye a la propia escritora y al anfitrión, el fotógrafo Delio Regueral, además de a Carlos Pintado, Manuel Santayana, Osmany Ricardo Ávila, Noemí Luis, Carlos Rostgaard, Redel Frómeta y Germán Guerra.

Delio Photo Studio está ubicado en la 2399 y la Coral Way. Los interesados pueden llamar al número 305 856 5632 para más información.

Tuesday, November 1, 2011

EL CUERPO DE APOLINAR MACÍAS


EL CUERPO DE APOLINAR MACÍAS

 Por Gumersindo Pacheco

El cuerpo de Apolinar y Apolinar habían mantenido una relación sólida o lo que podría considerarse una relación bastante estable. No significa que todo fuera color de rosa, siempre hubo sus desavenencias, sus desacuerdos y disgustos, como suele ocurrir entre cualquier cuerpo y el sujeto que lo habita.
El mismo día que ambos cumplían 53 años, Apolinar tuvo una discusión con su Jefe  Raimundo Caballero, en la oficina de atención al ciudadano. Llevaba dieciocho años de intachable trayectoria para que viniera un tipo, de esos que ponían allí cada dos o tres años, a hablarle en ese tono de arrogante superioridad. Apolinar presentó su renuncia, y se marchó dándole un tirón a la puerta. Al llegar a su departamento, su esposa Evangelina no lo podía creer, nadie abandonaba su empleo así como así, por un simple desacuerdo, de qué iban a vivir en lo adelante, ¿acaso no había pensado en ella cuando se dejó llevar por sus desaforados impulsos?
Apolinar se enredó en una discusión con su esposa, llamándola ordinaria y soez, y falta de sensibilidad, y tantos reproches, incluyendo al hijo que nunca pudo darle, que cuando ésta terminó por empacar sus cosas e irse con su hermana a la vieja casa paterna, el confundido Apolinar estimó oportuno tomarse unas pequeñas vacaciones.
El sábado por la noche ya se sentía relajado, como si volviera a respirar aquella libertad de soltero que parecía tan lejana. Se vistió alegremente, dio una vuelta por los cines, por el teatro, y luego se metió en un bar, recuerdo de sus tiempos de juventud. Se sentó a la barra y al poco rato estaba rodeado de nuevos partidarios, divorciados como él, que buscaban un espacio y una segunda oportunidad, y no dejaron de faltar los brindis solidarios y las palmadas en el hombro como el anticipo de una nueva alianza.
Apolinar llegó a su departamento en plena madrugada. Abrió la puerta y lo esperó un silencio, que en lugar de paz transmitía abandono. Sí, las tres de la mañana, y qué, estaba en el bar con los amigos, ¿algún problema?, dijo; pero nadie se inmutó. Allí no estaba Evangelina con las manos en la cintura y la mirada cargada de reproches. Fue al refrigerador y extrajo una botella de Matusalén, que le había regalado ella la víspera del cumpleaños a las doce en punto de la noche. Tomó un vaso de cristal, se metió en su cuarto, y contempló su cuerpo ajado al otro lado del espejo. Sí, ¿y qué? ¿qué diablos me miras tú también?, le dijo desafiante. El cuerpo no le respondió, pero casi inmediatamente empezó a recriminarlo, no sólo por haber abandonado su trabajo, sus obligaciones, y su propia mujer, sino por el desinterés aquel que mostraba por la vida, parece que no te importa nada en el mundo. Apolinar no lo podía creer, quién diablos era él para meterse en su vida, acaso su mujer no debió mostrarle la mayor comprensión y solidaridad, precisamente en una fecha tan especial, acaso en los dieciséis años de matrimonio no la había apoyado siempre en las buenas y en las malas. No te hagas la víctima, que tan mujer es tuya como mía, replicó el cuerpo, y yo tampoco he dejado de complacerla en sus deseos y caprichos. Estás reconociendo entonces que ella es caprichosa. Tener algún capricho no significa ser caprichoso. Bah, qué sabrás tú de esas cosas, respondió Apolinar, no tienes ni siquiera voluntad, y se sirvió un trago de la botella. Sin embargo el cuerpo lo detuvo en el acto. No quiero beber, y echó la mano hacia atrás. Pero yo sí. Pero yo no. ¿Por qué no? Porque no me da la gana, y si sigues jodiendo te vas a quedar solo, ¿Quién rayos te crees, so estúpido?, no eres más que una masa incapaz. Aquí empezaron a caer en el tema filosófico: Seré una masa incapaz, pero existo antes que tú. Mientes, yo siempre estuve aquí, dentro de tu jodida naturaleza, quién si no yo, ordenaba tus movimientos, tus avances, tus lentísimos progresos. Esa orden venía del cerebro, y el cerebro es parte mía, del cuerpo. El cerebro sí, pero la idea que soy yo, estaba primero que tu estúpido cerebro. Cállate. Cállate tú, dijo el cuerpo y le dio la espalda. No podrás vivir sin mí, careces de inteligencia, de voluntad, de fuero interno. Si eso fuera cierto no podría rebatir como lo hago ahora; los cuerpos también somos capaces.
De esa manera, Apolinar y su cuerpo, dejaron de convivir en el mismo sitio que ambos ocupaban. Lo primero que sintió el cuerpo fue una paz interior, el fin de una tiranía como en sus tiempos iniciales cuando Apolinar apenas asomaba su retorcida presencia. Se tomó el trago y el resto de la botella, sin la más leve inquietud.
Seguidamente se vistió y fue a pedirle disculpas a Evangelina. Sin embargo, ella, como es natural, aún estaba enojada, Aléjate de mí, Polo, no quiero verte. Calma, mujer, no me hables de Polo, soy el cuerpo, lo abandoné por soberbio y arrogante. Estás borracho, dijo y le tiró la puerta en la cara. Sí, mi amor, balbuceó el cuerpo, porque como realmente carecía de espíritu de lucha, de fuego interior para defender sus puntos de vista, se marchó con el rabo entre las piernas.
Se dio cuenta que no lo movía ninguna idea suprema, ni lograría elaborar grandes soliloquios; sin embargo, de modo muy elemental, no podía decirse tampoco que no fuera capaz de originar ideas, y pensó que si recuperaba su empleo, Evangelina volvería a sus brazos. Ahora estaba sumamente desamparado y sentía por su esposa, una necesidad carnal casi imperiosa.
Así que al día siguiente se apareció en la Oficina de Atención a las Quejas de la Ciudadanía. Estaba dispuesto a disculparse con su jefe, a realizar su trabajo como lo había hecho siempre, quiero ver al supervisor Raimundo Caballero, le dijo a una joven desconocida que atendía la puerta. El supervisor, que pareció escucharlo de la oficina contigua, lo hizo entrar con un discreto ademán. Verá usted, Raimundo, estoy muy avergonzado con todo lo ocurrido; realmente no tuve en cuenta lo generoso que ha sido conmigo durante todo este tiempo, y me dirijo a usted…, el cuerpo de Apolinar hablaba así, como si estuviera escribiendo una carta; pero no pudo terminar la frase. Lo siento, Apolinar, la señorita Leonor está ocupando su puesto. No soy Apolinar; aunque parezca extraño, mi querido Raimundo, me he quedado solo, es decir, no más soy el cuerpo, necesito mucha solidaridad y comprensión del resto de… Vamos, vamos, Apolinar, no estamos aquí para perder el tiempo, y le señaló la puerta de la calle. Con permiso, musitó el cuerpo, todavía agradecido, porque a fin de cuentas su jefe había sido capaz de atenderlo.
Esa tarde se presentó en el Ministerio del Trabajo. Tenían una plaza de sepulturero, y otra en la oficina de correos. El cuerpo de Apolinar sintió un escalofrío de imaginarse abriendo huecos, enterrando cuerpos sin alma como el suyo, era como enterrar sus propios compañeros, como enterrarse a sí mismo. ¿En qué consiste la del correo? Mensajero Temporal, pero no se descansa los fines de semana. ¿No tiene algo diferente? Bueno, el Contrapunteo Cubano del Tabaco, un plan territorial que no paga mucho, pero considerado esencial para el desarrollo del país, aparte de que a todo el mundo le hace mucho bien el ejercicio del cuerpo, salud en cuerpo y alma, compañero. El cuerpo de Apolinar estuvo a punto de confesarle que no tenía alma, pero calculó que si la salud del cuerpo era capaz de ayudar al alma, él, que era cuerpo único, le sacaría más provecho. ¿Cuándo hay que empezar?, preguntó entusiasmado. Llene esta planilla y esté mañana a las seis frente al teatro. De allí salen los camiones.
El primer día no le fue tan mal. Hacía tiempo que necesitaba aquel baño de sol, de naturaleza abierta y relajante. A partir del segundo, sin embargo, casi no podía colocar las posturas en el surco, le dolía la espalda, el abdomen, y los músculos posteriores de las piernas. Estuvo así todo el resto de la semana, maldiciendo a los indios por patentizar semejante planta maldita.
El sábado descansó la mañana, luego se dio un poco de masaje con manteca de corojo, se bañó y salió a recorrer la ciudad. Extrañaba a su mujer, pero le pareció estúpido ir hasta su casa así, sin argumentos, lo cual achacó a eso de ser un cuerpo solo.
El lunes amaneció en el Ministerio del Trabajo. ¿Todavía existía el empleo de mensajero? El funcionario no lo reconoció a primera vista, pero la pregunta, por sí misma, indicaba que había estado allí antes. Es muy grave abandonar el Contrapunteo, se considera poco menos que desacato. Ya sé, pero no se trata de eso, estimado compañero, simplemente sería más útil en el correo; estaría comunicando a la gente, uniendo personas de todas partes, llevando saludos, felicitaciones, novedades familiares, dijo, y se quedó asombrado de la forma en que había elaborado su discurso, lo cual le confirmó que un cuerpo, por muy único que fuera, podía superarse.
Al día siguiente salió del correo municipal con un morral de cartas colgado de una bicicleta de fabricación china. Nunca había conducido semejante aparato; pero como todo lo hallaba razonablemente posible, se fue caminando junto al vehículo, pensando que eso de aprender era cuestión de un par de horas. Cada vez que asomaba a una pendiente, se subía a la bicicleta, con el silbato en la boca y la gorra de medio ganchete, y se dejaba caer como alma que se lleva el diablo. Terminaba de bruces sobre el pavimento, bajo el asombro de los adultos y la risa de los niños. Se raspó el codo izquierdo, las dos rodillas, los carpos y los metacarpos y el tobillo derecho por el que manaba un hilillo de sangre. En la tarde le cayó un aguacero, y concluyó su reparto bien entrada la noche; pero lo más deprimente era verlo, a esa altura de la vida, aferrado del manubrio, tratando de conseguir el equilibrio.
Sin embargo era un cuerpo tenaz y todo fue asunto de adaptarse. Poco a poco iba logrando la armonía en las bajadas, en los tramos rectos y en las curvas menos pronunciadas, y se lamentaba por no haber disfrutado a su tiempo tan fascinante vaivén. Se sentía como un ave, sujeta entre las alas del viento.
El jueves por la tarde, cuando salía con su último reparto, vio una carta para Evangelina Herrera, su esposa, dirigida allá donde vivía con su hermana. La remitía un tal Gonzalo Capestane, desde el vecino Palmarito. En su vida había oído hablar de él, y he aquí que apenas unos días fuera de su casa y ya su esposa empezaba a recibir correspondencia de un extraño. El cuerpo no pudo evitar un ligero escalofrío, qué falta le hacía en ese momento el espíritu calculador de Apolinar; pero no se dio a sacar conclusiones ni a preparar estrategias. Conocía bien la casa, de modo que terminado el reparto llegó hasta el portal de celosías para dejar la misiva y esfumarse, pero en ese momento la puerta se abrió y apareció Evangelina en el umbral, elegantemente ataviada, con un aura de fragancia que inmediatamente los envolvió a los dos. Hola, dijo el cuerpo de Apolinar, un poco turbado. Ella pareció reparar en su rara indumentaria. ¿Trabajas en el correo? Así es, y le entregó la misiva. Evangelina leyó el remitente, Oh, de Gonzalo, suspiró melancólica, con un brillo picaresco en la mirada. El cuerpo de Apolinar por poco se traga el silbato. ¿Quién es?, preguntó tímidamente. Evangelina volvió a la realidad y frunció el entrecejo. Perdona, se excusó él, y con la misma subió a su bicicleta desesperado por salir de aquel embrollo; pero he aquí que su destreza, como ya se dijo, no era para nada aceptable. Se bamboleó a ambos lados, una, dos, tres veces, y cayó golpeándose contra el contén de la acera.
Cuando despertó tenía un totomoyo del tamaño de un limón a un costado de la sien derecha. ¿Te duele mucho?, le preguntó Evangelina, que le aplicaba un pedazo de hielo envuelto en una toalla. Sólo un poco, parece que perdí el equilibrio. No lo perdiste, Polo, le aclaró ella, tú nunca lo has tenido.
El cuerpo de Apolinar se marchó apesadumbrado. Por el camino compró una botella de ron casero y cuando llegó al departamento, sacó un taburete hacia el balcón y se puso a beber contemplando la noche. Un sinnúmero de estrellas brillaban en el firmamento, ausentes y lejanas. Comprendió que su mujer ya no lo quería, que no le importaba un miserable comino y se sintió el cuerpo más desdichado del mundo. ¡Qué poca cosa era un cuerpo para enfrentar los desafíos de la vida! Cuánto hubiera dado porque Evangelina abriera la puerta de la cocina y lo insultara por estar bebiendo, emborrachándose un día entre semana sin que hubiera una ocasión especial ni nada por el estilo, eh, Polo, Apolinar Macías, ¿me estás oyendo…?; pero allí no había nadie que le reprochara nada. Era un cuerpo solo, y ya se sabe lo que eso significa. Empezó a tararear un viejo bolero, que hablaba de mujeres ingratas que habían pagado mal a sus hombres, arrojándolos al pantano de la desesperación y, cuando vino a darse cuenta, sintió como que alguien lo observaba. Miró hacia atrás, pero no vio nada, luego a los lados, arriba, hasta escuchar una voz inconfundible. Qué tal, ¿qué dice ese cuerpo? Era Apolinar. Vaya, regresaste, ¿quieres un trago?, invitó el cuerpo, que no salía de su asombro. No puedo, soy un espíritu. Cómo puedes hablar así, sin cuerpo. Trucos que uno aprende, tanta gente que escucha voces, de dónde crees que salen; pero ése es otro cuento, lo cierto es que no puedo saborear un trago, tendría que entrar en ti nuevamente. El cuerpo no tuvo capacidad de discutir. Asintió con un movimiento de cabeza, y Apolinar volvió a instalarse en su sitio de toda la vida. Este ron está horrible, dijo apenas sintió la ardentía. Es lo que hay, le respondió el cuerpo. ¿No tienes dinero?, ¿por qué no vamos a un bar? ¿A un bar? Claro, tengo ganas de ver la calle, los lugares, la forma de las cosas.
Poco rato después entraban al bar del hotel Miraflores, un reducto discreto, donde en otros tiempos había flores que mirar, y venían de vez en cuando a emborracharse.
Apolinar y el cuerpo se sentaron a una mesa, y el cantinero les sirvió medio vaso de ron de producción nacional. Levantaron el recipiente único y brindaron. Bueno, y qué tal, cómo te ha ido sin mí, preguntó Apolinar, no debiste tener muchos conflictos. El cuerpo se pasó la lengua por los labios. No muchos, la verdad, aunque a veces es mejor tener conflictos, hace tanto tiempo que no me pasa nada. ¿Y Eva?, preguntó Apolinar. No sé, ayer fui a llevarle una carta, por cierto, ¿tú te acuerdas de un tal Gonzalo? ¿Capestane?, preguntó Apolinar. Ése mismo, Gonzalo Capestane. Apolinar no podía creerlo. No me digas que apareció por aquí, era el novio de Eva cuando nos conocimos. ¿no te acuerdas aquella vez que nos peleamos con ella, y el cabrón se la llevó a vivir con él?, qué mala memoria tienes. Sabes bien que la memoria no es mi fuerte, se disculpó el cuerpo; pero Apolinar seguía intrigado. ¿Qué pasó con Capestane? No sé, seguramente se enteró de que nos separamos y le hizo una carta. ¿Y qué decía la carta? Cómo voy a saberlo. ¿No la abriste?, ¿no fuiste capaz de interceptarla? Claro que no, soy un empleado de correos. El cantinero les trajo otro vaso de ron y ambos se mantuvieron durante un rato en silencio. Bueno, ¿y tú?, dijo el cuerpo, cuéntame algo, cómo es la vida esa de andar sin cuerpo por ahí. Apolinar esperó que el siguiente trago hiciera su entrada para olvidarse del fantasma de Capestane. No tengo sentidos propiamente dichos, pero muchas sensaciones, de paz, de preocupación, de sosiego, en dependencia del país. ¿Qué quieres decir? Que como carezco de cuerpo puedo viajar donde quiera en fracciones de segundo, llegar a cualquier sitio, disfrutarlo, por ejemplo me encantan las sensaciones de los puertos, el fragor de las pescaderías. ¡No me digas! Así es, por eso mismo sé que me has extrañado, así que no trates de engañarme.
Dos tragos después habían logrado la reconciliación, que como bien dice la gente son muy dulces, y terminaron borrachos y abrazados como hermanos siameses.
A la semana siguiente el cuerpo y Apolinar recuperaron su empleo mediante una carta de reclamación que enviaron al organismo superior, y quince días más tarde lograron traer a Evangelina de regreso. Ambos sentían compasión hacia ella luego de haber vivido la increíble aventura de su separación. No era lo mismo ellos dos que una pobre mujer, única e indivisible. Sin embargo, algo había pasado con ella. Su esposa se había transformado en un ser esquivo, frío, inabarcable como una planicie infinita. Qué te ocurre, mujer, solían preguntarle, pero ella apenas los escuchaba. El fin de semana se fueron los tres a celebrar el reencuentro, y luego de varios Mojitos en el hotel Primavera, Apolinar y su cuerpo le preguntaron por Gonzalo. ¿Qué Gonzalo? Capestane, vieja, cuál Gonzalo va a ser. Ah, el pobre, dijo ella embelezada. ¿Pobre por qué? Porque se quedó…, se quedó clavado en el tiempo, pero sigue siendo igual de cariñoso y de atrevido. No me digas que vino a verte, que salieron, que te acostaste con él, preguntó Apolinar, adelantándose a su cuerpo. No, Polo, Evangelina suspiró largamente, son tantas las mujeres que una tiene dentro, se llevó la copa a los labios, debía deshacerme de unas cuantas, incluso de la boba esta que siempre anda contigo.




Thursday, October 27, 2011

Reseña de Luis de la Paz sobre ¨Los relatos de Maurice Sparks" en el Diario de las Américas

Por Luis de la Paz
Ya en las primeras páginas queda claramente definido quién es Maurice Sparks, un individuo (¿un personaje?) de armas tomar; que es irreverente, directo en su cotidianidad, preciso en el ataque frontal a la hembra, en fin, un tipo centrado, en el que no se ha de encontrar dispersión alguna. Sabe lo que quiere, y cómo lo quiere y por ese sendero marcha con determinación. Con esas premisas el lector penetra en Los relatos de Maurice Sparks (Editorial Silueta, 2011) del escritor Ernesto G. 


Éste es el primer libro de G., que ya no sólo escribe historias breves, sino que también simplifica su apellido a un solo carácter. Además, G. crea un personaje con el que es fácil identificarse, hallarlo en nuestro entorno, un tipo de la calle. Ernesto G. fue cincelándolo primero en su blog (algo que ya, al menos en los últimos tiempos y sin salirnos del patio, ha producido algunas libros, entre ellos éste que nos ocupa y Erótica, de Armando Añel, lo que traza, de alguna manera, nuevos posibles rumbos literarios desde la cibernética), luego fuera del foro público, para perfeccionarlo. En la internet Maurice Sparks revelaba sus aventuras y lances, y esas andanzas ahora agrupadas, trascienden el frágil espacio virtual y adquieren la dimensión definitiva de un libro impreso. 



Maurice “sirve la hamburguesa en el restaurante de la esquina”, “se da un trago en la mañana cuando todos aún duermen”. Luego el autor se vincula con su personaje: “Salgo a cazar personajes [...] Observo a las víctimas cuidadosamente”. En otro relato nos hablan de una singular maga, de una escritora con la que toma un café en una librería, de un individuo sin par: “Carlos lee para encontrar erratas en los libros”, de extrañas características en los colores de los bolígrafos. …

Más aquí.

Friday, October 21, 2011

Reseña de José Abreu Felippe sobre "Los relatos de Maurice Sparks" en La Otra Esquina de las Palabras

El poeta Joaquín Gálvez ha publicado en su blog una excelente reseña de José Abreu Felippe sobre Los relatos de Maurice Sparks. 
Gracias, José y Joaquín.
Puede leer la reseña aquí.

Tuesday, September 20, 2011

Maurice Sparks y sus relatos, material de primera

  La Internet nos ofrece a los escritores un instrumento insuperable, casi diría que mágico, para dar a conocer creaciones, ficciones y divagaciones. Y para lograr promoción, claro. A veces me pregunto cómo se las arreglaba la gente para buscar información, para conocer y ser conocida, en los tiempos pre-googlicos, que ya parecen tan remotos.
  Gracias a la gran vitrina internaútica que conforman los blogs leí por primera vez Los Relatos de Maurice Sparks, en la bitácora del mismo título. En ese momento no sabía nada del autor que se ocultaba detrás de tal seudónimo, pero aquellos cuentos, certeros como pistoletazos bien dados, me parecieron fascinantes. Ahí, me dije, ahí hay tremendo material. Más tarde me puse en contacto con el escritor, Ernesto G., y resultó que habíamos estudiado inglés en la misma facultad, la de Lenguas Extranjeras de La Habana, y que teníamos amistades comunes. Así de chiquito es el mundo, y no sólo para los que vivimos en Taos.
  Por suerte para sus lectores, Ernesto G. ha reunido una selección de sus historias en un volumen impreso. Y ésa es la razón por la que tengo ahora en mis manos una edición cuidada y muy bien hecha (como todas las de Silueta) de Los relatos de Maurice Sparks. La portada, con una bellísima, evocativa ilustración de Daphne Rosas, es el complemento perfecto para la primera frase: “cualquiera es un Maurice.”
  Todos, todos los cuentos que forman el libro están perfectamente cincelados. Pero una, claro está, tiene sus favoritos. “Las buenas razones” es el mío desde que lo leí en el blog, por esa nota subliminal que tiene y que se queda dando vueltas en el cerebro. Otro que trata de la relación entre el amor físico y la escritura y también tiene mucho aché es “Mensajes.” Me gusta la filosofía a lo cubano de “La caída de la manzana,” “El señor y sus visiones” y una serie de bolígrafos de colores. Y “Ciertas instrucciones necesarias” ofrece, burla burlando, una visión muy clara del panorama actual. Ah… ¡y no se olviden de leerse los dos “Manuales para extraterrestres”!
  El libro está dividido en tres secciones: “Cualquiera es un Maurice,” “La primera vez fue en el carro” y “Los efectos secundarios,” perfectamente definidas, con sabores y olores peculiares, si me permiten la sinestesia. Los cuentos que aparecen en una no podrían, me parece, ser incluidos en otra. Pero no les quiero adelantar más…
  Como decía al principio, la Internet es un instrumento inmejorable para la promoción de los escritores y no ceso de preguntarme cómo nos las arreglábamos en los tiempos pre-googlicos. Pero ojo, que no hay nada como el papel impreso, el libro caliente y recién sacado del horno editorial, para disfrutar la lectura.   Y éste es el caso de Los Relatos de Maurice Sparks, que recomiendo encarecidamente a todos. Ahí hay material, sí, señor, y de primera clase.
Teresa Dovalpage Taos, septiembre de 2011


Teresa Dovalpage, Ph. D.
http://teredovalpage.wordpress.com/
http://dovalpage.wordpress.com/
www.dovalpage.com

Sunday, September 4, 2011

Armando Añel sobre Los relatos de Maurice Sparks

Una muy atractiva portada, a cargo de la pintora Daphne Rosas, adelanta la última propuesta de Editorial Silueta: Los relatos de Maurice Sparks. Un diseño que capta a la perfección el espíritu de este libro diferente, que constituye, desde ya, uno de los aportes más originales de la narrativa exiliada a la literatura cubana contemporánea. O, más que a la literatura cubana, a la literatura posnacional o universal, porque las historias que nos cuenta Ernesto G. rehúyen las nacionalizaciones, categorizaciones y/o definiciones. Las historias y cómo nos las narra su autor.


La reseña aquí.

Thursday, August 25, 2011

Paco y Poco sobre Milanés


Hoy, presentación del poemario Aceite, de Carmen Karin Aldrey



Este jueves, 25 de agosto, a las 7: 00 pm, en La Alianza Francesa de Miami, se presentará Aceite (Linden Lane Press), un libro de Carmen Karin Aldrey.

La presentación estará a cargo de la escritora María Eugenia Caseiro.


Alliance Francaise
618 SW 8 St
Miami, Fl 33135


Carmen Karin Aldrey (Central Preston, Provincia de Holguín, Cuba, 1950). Artista, escritora, poeta, promotora cultural y aficionada a la Fotografía. Estudió Pintura en los talleres de Maja Design con el maestro ecuatoriano Antonio Jurado, en la Ciudad de Los Angeles. Ha publicado poesía, narrativa y trabajos periodísticos en diferentes espacios impresos y electrónicos. Su obra plástica ha sido expuesta en galerías de Estados Unidos y España. Es fundadora, directora y diseñadora de La Peregrina Magazine.

Saturday, August 20, 2011

Agosto 1994

Junto al pesar la maravilla
Junto la zurda y la diestra
Junto al amor la desidia

Junto, juntando, lo siempre
juntable

Junto las cosas que tengo,
las que vomito

Las junto y las pongo a rodar
Rodar ruedan tan redondas

Junto el verso al pragmatismo
La libertad a la política

Junto al silencio la esperanza


19 de agosto de 1994

La mierda

El amigo afirma
que todo es mierda
--lo asegura.

Levanta el dolor
y le da bandera.

Tiene razón
aunque no tanto.

Entonces viene la vida
y le coloca unos lentes
y ve un poco más
pero sigue jodido.

La mierda lo ahoga.

La manda al carajo.

Se manda al carajo.

Tuesday, August 2, 2011

La muchacha que sabe sonreír

La muchacha que sabe sonreír

me ha escrito un poema de amor.

No sé si admirar las bellas imágenes,

la musicalidad de sus versos,

la cadencia sexual del poema,

o pedirle que se desnude

y me regale sus otras rimas.

Este hombre curado de espantos

que soy, se espanta, se excusa,

se oculta entre cuatro paredes

y escribe, escribe un poema

francamente malo

sobre el deseo y la tentación.


© Ernesto González, 2011


Imagen: Mujer sonriente

Rufino Tamayo

María canta desnuda


María canta desnuda

y la tarde es leve

como su canto.

María canta desnuda.

Yo escucho su canción

bajo esta lluvia de verano.

María canta desnuda

y es como si volviera algo

que se había ido.


© Ernesto González, 2011

Un relato, la voz


Un relato, la voz,
cuento final sin historia.
Todo fábula.
Eterna parábola.
Principio, medio, final.
En fin, el fin.

Monday, July 11, 2011

Nuestro absurdo diario


Nuestra Cuba sigue siendo una caricatura surrealista, aquí y allá; el cubano no deja de representar su papel en el teatro maquiavélicamente absurdo que construye dondequiera que se asienta con sus cargas, sus plomos, sus conflictos, y por qué no, sus carnadas. Hemos arribado a la playa pero aún no hemos tocado la arena, seguimos flotando en la orilla con la boca abierta esperando un milagro, ese maná que no acaba de descender; y es que nos quedamos ahí, en lo que flota y no sabemos usar ni nuestros plomos ni nuestras carnadas. Sabemos pecar de flotadores pero nunca pescamos. El absurdo es nuestro pan diario y lo digerimos muy diestramente; lo que sucede es que ni siquiera lo evacuamos por donde es: lo vomitamos.

Sunday, July 10, 2011

Fotos de la presentación de los Cocozapatos

Denis Fortún presentando los CocozapatosDenis Fortún dedicando librosJoaquín Gálvez y Denis Fortún instalando el equipo de sonidoLa mesa de los presentadoresRodolfo Martínez Sotomayor, editor de El libro de los CocozapatosErnesto G. y Denis Fortún
El escritor y periodista Luis de la PazEl FlipDenis FortúnRodolfo Martínez Sotomayor, Denis Fortún y Luis de la PazEl libro de los Cocozapatos

Fotos de la presentación de El libro de los Cocozapatos, del escritor cubano Denis Fortún

La Otra Esquina de las Palabras
8 de julio de 2011

Wednesday, June 22, 2011

El presupuesto

Entre escribir el poema
o terminar el presupuesto,
escogí terminar el presupuesto.
Sumé las sumas.
Dividí las divisiones.
Asigné partes, fondos,
creé estructuras de pago,
hice en fin mi labor.
Ya me puedo ir
feliz a la cama
a crear poemas
en mi cabeza,
tan llena de
números estériles.

Sunday, June 12, 2011

El salto interior, este sábado en Delio's Photo Studio

Último número de la revista Blogger Cubano

Ya está disponible el último número de la revista Blogger Cubano. El tema: La Primavera Árabe. La portada: una excelente ilustración del pintor y caricaturista Omar Santana. Para leer la revista, pinche aquí.

Friday, June 10, 2011

Describo el asco, la tiniebla, el hastío

Describo el asco, la tiniebla, el hastío,
la sombra, el salto incierto,
sílabas sin ecos ni luz, agua que cae
sin encontrar el fondo.
Pulso del fuego.
Marioneta en fin.
Caso eterno, es decir, cíclico.

© Ernesto González, 2011

Watching Rome burn

Where are the nymphs, they asked?
Where’s desire?
Where’s the number that creates the shapes
That define our illusions?
I’m not the one that creates beautiful similes.
I won’t give you songs to dance to.
I won’t give you catchy phrases, rhythms of emptiness.
See, I’m not the one you’re looking for.
I’m dry and dead and destroyed.
I’m the one that owns the guitar with no strings.
I sit in the corner and watch Rome burn.
And I burn with it.

© Ernesto González, 2011

This is man and that is god

Skull and spit, shadow of a god that listens.
This is a dead valley, echoes of fires, echoes of swords,
Echoes of time, laughter that turned into fear.
Voluminous dissertations on the invisibility of desire.
This we worship.
Inconclusible evidence of faith, roots and verbs,
As inconclusible as everything we touch,
Hand of man, hand of death, hand that moves
Without enlightenment.
This is man and that is god.
This is man and that is god.

© Ernesto González, 2011

Friday, June 3, 2011

Alguna puerta abrirá la otra puerta

Alguna puerta abrirá la otra puerta.
Tiempo para soñar, para abrir ventanas.
Todo el tiempo es tuyo,
incluso aquel tiempo que niegas.
Dios lo dijo: no me escuches a través
de simples intermediarios.
La sombra genera sus luces.
Un paso y ya estamos.
No son versos para enternecer oyentes.
Asco que me da todo eso.
Un flanco. Y el enemigo entra.
Ayer creí en crisantemos.
Palabra horrible.
Poesía del tiento y la agonía.
Señor, sólo escucho.
Tus olas dictan la armonía.

© Ernesto González, 2011

Sunday, May 22, 2011

Tea leaves and desire

Tea leaves and desire.
I drink till I see it all so clearly.
Tea leaves and desire.
You speak and your mouth
Says the things I wrote.
You know my script.
You know my script.
You know my script.
Did you write the script
I wrote?
Tongue and kiss and desire.
Linguistic definitions
Of the intangible.
I’m sure you wrote the
Script I wrote.


© Ernesto González, 2011

You know how I sang, my friend

This is what I said, my friend,
This is what I said.
Words, words, words.
This is what I wrote, my friend.
My moment in time.
My brief eternity.
This is what I lived, my friend.
And I said what I said.
You know I did.
You know I did.
My place in history
Is obscurity.
My place in love
Is intensity.
You know how much I’ve loved,
My friend, you know.
My words are sounds
And fury and desire.
You know how I sang, my friend,
Blood muffling the sounds.
You know how I sang, my friend.
You know how I sang, my friend.

© Ernesto González, 2011

Friday, May 13, 2011

Tú, fuego, tú.

La sangre, fuego tú,
tú sexo, tú humedad,
y yo sed.
Tú humedad, y
yo sed.
Luz que me das.
Tú, fuego, tú.
Luz que me das.
Roce de las imágenes,
roce de los reflejos.
Fuego que eres tú,
y yo tanto deseo.
Fuego tú.
Jugar con tus pezones.
Fuego tú, y yo sed.

Tuesday, May 10, 2011

Imitando a Bukowski (II)

Her name is Jennifer
And I have seen her naked
A couple of times.
She loves to drink
And make love.
She is a liberal
(you gotta love those liberal women)
and talks to me about the environment
and global warming.
Sexy slut with a cause.
I love that.

Friday, May 6, 2011

Las manos, y un apetito, un deseo

Las manos, y un apetito,
un deseo. Sudor.
Canciones.
Una trampa de la soledad.
Las manos, y un apetito.
Un cuerpo desnudo.
Humedad en el desierto.
Alguien sabe que escribo estos
versos.
Temblor de los cuerpos.
Alguien sabe y nadie más.
Las manos, y un apetito.
Alguien sabe que escribo estos
versos.
Lejanía en la distancia de
la cercanía, soledad.
Alguien sabe que escribo
estos versos.
Las manos, y un apetito.
Temblor de los cuerpos.
Humedad en el desierto.
Lluvia sin fin.
Canción inevitable.
Nada nos ampara.
Nada nos cuida.
Nada nos alumbra.
Sólo estos versos que escribo.
Estos versos, y ya.

Saturday, April 23, 2011

Verso el tuyo, y sombra

Verso el tuyo, y sombra,
desperdicios de una era que era o fue,
una era de fe sin fe, una era de Eros,
una era ida, una era oda, una era hundida,
una Atlántida ida, una masa de tiempo olvidado,
cuchillo y naipes,
agua que cae,
una era que era,
un tiempo de gritos y sombras,
una voz que construye un vacío,
la fatiga de un eco.
Verso el tuyo, y sombra.
La música pudiera salvarnos,
Ahora y en la hora de nuestra
muerte eterna.
Ahora y en la hora de nuestra
muerte eterna.
Verso el tuyo, y sombra.

Us, sinners

There will be a moment.
There will be a sound.
There will be a reason.
Maybe not.
We are sinners.
We are all sinners.
Sinners without repent.
We are closer to God.
We are getting there,
To that kingdom.
Horses, water, and a rock,
A rock, horses, and water.
We are getting nearer.
Us, sinners.

Sunday, April 17, 2011

Poética

¿Qué puede hacer una simple palabra
en este mudo de locos?
¿Saltar? ¿Lanzarse desde lo más alto?
¿Rechazar a los adjetivos, esas criaturas babosas?
Una palabra es una fórmula.
La metáfora abre puertas que el verbo creía cerradas.
Para soñar, los sustantivos.
Huya usted de los adjetivos.

Friday, April 15, 2011

El bien y el mal, esa batalla

El bien y el mal, esa batalla.
El bien y el mal, esa agonía.
Los suspiros del tiempo,
esa navaja que nos corta
en el silencio.
Ruinas eternas.
Brillos temporales.
Oh, agonía del hombre,
batalla del bien y el mal,
Parto de incertidumbres.
Una voz que germina.
Un vacío.

Poema

Has de saber que todo es fuego cuando no es combustible.
Palabra de fondo, ebullición, perdición, ¿perdidura?
Una coma y un punto, y una hoja que cae, ¿una trampa?
La distinción, el acoso, alguna sonrisa, ¿a qué vienes?
La tarde es domesticable, la noche es fiera.
Tú que eres luz.
Yo que interpreto tan bien mi papel de sombra.

Friday, March 25, 2011

Imitando a Bukowski

IMITANDO A BUKOWSKI

She opened her legs and looked at me.
She was high. She was in the clouds.
I was drunk. I was down. I was dirty.
She waved at me. I waved back.
I thought she was a whore.
But I was wrong. She was just high
And wanted me that night.