I
A un señor se le rompe el auto en medio de la autopista. Se preocupa. Es la hora pico y en su ciudad las personas no son muy amables. El señor no sabe qué hacer. De modo que no hace nada, que es lo recomendable en estos casos. Las horas pasan y el hombre aún ahí, dentro de su auto, viendo los otros autos pasar. El señor recuerda que aún le queda un pedazo del sándwich que trajo para el almuerzo. También recuerda que en la guantera tiene guardado el diario del domingo. Enciende el radio, se come el sándwich, lee el periódico. El señor se siente muy a gusto y olvida que ha caído la noche y que no encendido las luces de su auto. De pronto oye un ruido de frenos y observa a través del espejo retrovisor un camión que se acerca rápidamente y el rostro asustado del chofer que intenta en vano evitar el impacto.
II
A un señor se le rompe el auto en medio de la autopista. Se preocupa. Es la hora pico y en su ciudad las personas no son muy amables. El señor no sabe qué hacer. Pero decide hacer algo, que es lo recomendable en estos casos. Aunque no sabe mucho de mecánica, decide revisar el motor. Extrae las bujías, las limpia, chequea el aceite, revisa el agua del radiador, desarma por aquí, por allá, sin saber a ciencia cierta lo que hace. Las horas pasan y el hombre aún ahí, revisando el motor, tratando de reparar lo que no entiende. El señor se siente muy a gusto y olvida que ha caído la noche y que no ha encendido las luces de su auto. De pronto oye un ruido de frenos y observa un camión que se acerca rápidamente y el rostro asustado del chofer que intenta en vano evitar el impacto.
III
A un señor se le rompe el auto en medio de la autopista. Se preocupa. Es la hora pico y en su ciudad las personas no son muy amables. El señor no sabe qué hacer. Entonces llama a su esposa, que es lo recomendable en estos casos. Su esposa le dice que llame a un camión de remolque. El hombre llama y le dicen que todos los camiones de remolque están ocupados, que ha habido muchas roturas, que va a tener que esperar. El señor lo toma con calma. Se acuesta sobre el techo del auto y se pone a mirar las nubes, algo que no hacía desde que era un niño. El señor se siente muy a gusto, sobre todo cuando nota que ha caído la noche y que además de las nubes podrá mirar las estrellas. De pronto oye un ruido de frenos y observa un camión de remolque que se acerca rápidamente y el rostro asustado del chofer que intenta en vano evitar el impacto.
© Ernesto González, 2010
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