Un día empezaremos a talar el bosque,
uno a uno irán cayendo los árboles.
Haremos una casa cerca del mar.
Nos bañaremos con la sal y los sargazos.
Despertaremos con el ruido de las olas.
Pero en las tardes extrañaremos
el vago rumor de las ramas,
el olor a tierra mojada,
la leve caída de las hojas.
Regresaremos al bosque,
que ya para entonces será un desolado páramo,
y diremos: “Aquí estuvo la ventana, aquí la puerta,
aquí la pared sur, aquí los maderos del piso.”
© Ernesto González, 2011
© Ernesto González, 2011