Algo no ya tan bueno
debo estar haciendo cuando ya no me odian-
tanto.
Leo un poema mío y me estremece
recordar el que era:
un terco acaparador de sueños,
un fantasioso descriptor de senos.
Me estremecen las tardes, los libros, el polvo,
los papeles cuyo destino final desconozco.
(Esto ya lo dijo Silvio.
Y Silvio, ¿adónde fue a parar Silvio?)
Ahora, en esta noche húmeda del 94,
sin guerra fría y con periodo especial
(los que lean este poema dentro de mil años
pensarán que el primer concepto
es sólo un oxímoron
y el segundo, un tipo de menstruación),
ahora, repito, en este año patético
abro un libro de versos
y me pregunto:
¿cuándo fue que nos mataron?,
¿a qué hora exacta fue el entierro?,
¿quién asistió a la ceremonia?
No recuerdo haber sido invitado.