Donde ojeroso cae el sigilo de la mano mía,
oh, espacio que se desprende del hielo mío,
hay una nostalgia maravillosa,
una isla en ascensión,
un lago de aguas azules como la paz mía.
A veces descubro en las noches
una voz que se ensancha lentamente
y que me pide que abra los ojos.
Qué silencio el de la oscura adquisición.
Qué detalle más generalizante.
Qué generalización más detallada.
Parto presto a soñar
con los granos de arena que no han caído aun.
Qué cerrados mis abiertos ojos.
Qué violenta paz la mía.
Qué deseo más abrumador el mío
de apurar lo venidero.
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