La mano en la arena buscando la sal. El discurrir del agua. Un minuto antes de estallar en asociaciones, salta un pez que brilla y te ciega. Te ciega no su brillo, te ciega no su tamaño, es la brevedad del momento lo que te ciega. Buscas un saco donde guardar tu goce, arrancas los ojos del pez que aún no has capturado, los colocas en tus oídos. Te atacan aves multicolores, atraídas por el olor del pez que aún no has capturado. Te subes en una roca y te lanzas al mar. Te conviertes en pez y saltas al vacío deslumbrando con tu brillo a alguien que te observa desde la orilla.
2 comments:
Bellísimo texto.
Me alegro que te haya gustado. Acabo de recibir tu ultimo libro.
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