Un destino te persigue:
perseguir las sombras
que no sabes describir.
El verso es un torpe
acercamiento.
La palabra es
un reflejo difuso,
una luz caótica.
Ha de brotar lodo.
Ha de quebrarse algo.
Ha de dispersarse
la calma.
Ha de haber domingos
extraños, incomprensibles,
casi intemporales.
Tardes como las de hoy
en las que quisieras
no escribir los versos
a los que algo te empuja.
Un destino te persigue:
juntar palabras inútiles
que se ahogan en la memoria.
© Ernesto González, 2010
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