Ahora cada palabra pudiera tener un nombre ajeno al suyo. Una articulación indeterminada, silente, un significado itinerante, movedizo, una función inédita, amorfa. Ahora cada palabra pudiera saltar y colocarse en la cima, abrir un hoyo, incinerar adoquines. Dices montaña, y muere un ave. Dices rosa y cae la noche. Dices voz y se hace un silencio. Es como si alguien hubiera desordenado las palabras del diccionario y todos anduviéramos locos empatando significados, morfemas, grafemas, definiciones, tratando de reconstruir un orden dentro del caos.
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