Nada que escapa es nuestro,
quizás morir es nuestro territorio
o nuestro más certero espejismo.
Nada que regresa es nuestro
porque al haberse ido una vez
es como si siempre se fuera.
Eterna es la luz que nos empapa,
la mano que nos convida a
no preocuparnos de nada.
La noche, los días, el dolor,
las memorias que se adentran
desde lo más hondo.
Es tarde.
Amanece más allá de la melancolía.
No comments:
Post a Comment