(CalfeeDesign Bamboo Bike)
Eso es lo que adoro del capitalismo y lo que detesto: todo está en venta. Algo que empieza como una idea noble con la que un número creciente de personas empiezan a identificarse se convierte en producto de mercado. Hablemos, por ejemplo, de la causa ambientalista. Aunque muchas veces he tenido problemas en identificarme con este grupo por sus tendencias izquierdistas, no dejo de reconocerle nobleza a su deseo de proteger el ambiente. Claro está, a menudo ese deseo enmascara su verdadera intención, que es el anticapitalismo. Muchos de estos ambientalistas son socialistas disfrazados de protectores del medio ambiente.
Sin embargo, no deja de parecerme irónico que al crecer la cantidad de personas que apoyan la protección del medio ambiente, las empresas capitalistas han abierto los ojos y los oídos a la “verdura” de este potencial mercado “verde”. Muchos de los productos que crean ahora son supuestamente “verdes”, es decir, protegen el ambiente. A mi me parece que es el otro “verde” en el que están interesados. Estos productos por lo general son más caros que los tradicionales. Es irónico, como les decía, que estos ambientalistas que detestan el capitalismo y la libre empresa estén ayudando a que su propia idea se convierta en un producto de mercado.
Acabo de ver en la revista Time una foto de una bicicleta hecha de bambú. Teniendo en cuenta lo que pesaba yo en Cuba durante el periodo especial (nada o casi nada, que no es lo mismo pero es igual), este tipo de bicicleta ligera me hubiera hecho la vida más llevadera que mi pesada bicicleta china.
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