"Habrá podido observar que hay gente cuya religión consiste en perdonar todas las ofensas, y de hecho las perdonan, pero no las olvidan nunca. Yo no estaba hecho de la fibra de los que perdonan las ofensas, pero siempre acababa por olvidarlas. Y alguno de los que creían que yo le detestaba no llegaba a creerse que yo le saludara con una amplia sonrisa. Entonces, según su naturaleza, admiraba mi grandeza de espíritu o despreciaba mi cobardía sin pensar que mis motivos eran más sencillos: me había olvidado hasta de su nombre. La misma deficiencia que me hacía indiferente o ingrato, me volvía entonces magnánimo."
La caída
Albert Camus
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