La mano salta, encuentra un roce leve,
los dedos absorben el agua del cauce recién cortado.
La edad ayuda, con esos trucos que se aprenden.
Un gemido busca el eco que no encuentra.
Los ojos prefieren observar ese goce que recién se inicia,
como el insecto feliz que observa desde una roca
el nacimiento de un río.
Algo ha quedado de aquel momento,
el eco busca en vano aquel gemido,
pero hay ciertas cosas que nos abandonan,
como debe ser.
La mano salta y encuentra un vacío,
la memoria del agua y el cauce recién cortado.
© Ernesto González, 2008
2 comments:
Bello por insondable, la caricia.
Gracias, Zoe.
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