La roca asentada que se desprende
como un salto de sombra en la tiniebla
cubre el paso que el creador amuebla,
alimenta a las bestias y sus duendes.
Su quieto pacto de sombras destruye
el lento cauce de la vida plena,
la cuerda floja de la luz en vena,
el libro sabio donde todo fluye.
La casa abriga mansas tempestades,
los filos de la vida cotidiana,
marcos y marcas de antiguas bondades.
Son las ruinas de esta vida urbana,
frío refugio para las mitades,
hilos oscuros que el desdén hilvana.
© Ernesto González, 2008
3 comments:
Efectivamente, como estar recostado al lado del hogar.
o frente, quise decir
Saludos, David.
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