Pensada la intención, adobas el paso con saltos de siluetas. A la una, a las dos, a las tres. Tensar la cuerda, observar los caldos que se esfuman. No es el fondo, es el humo. Manejar las prisas con estudiada demora. Una mañana es un prado, un asunto sin importancia, un sitio donde caminar y fundir aquellos verbos. Las colonias, las voces de la tribu, cada uno alzando su roca, tensando sus cuerdas, estudiando acuerdos sin acordar, precipitando una caída. Un paso es más que una silueta, es más definitivo que el humo que observas. Alguien ha edificado un vacío con páginas inconclusas.
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