De nuevo el polvo. Ya sabes. El acuerdo entre los cuerdos que bailan en la cuerda. Amiguitos, vamos todos a cantar porque tenemos el corazón feliz. Seamos razonables. Hablemos de la concordia de la cuerda, la cuerda en que bailamos y la cuerda que nos aprieta el cuello sin ahogarnos pero dejando pasar muy poco oxígeno al cerebro. Celebremos la reedición de la rendición. Digamos aquí no ha pasado nada, dejemos que esas notas nos envuelvan como una imaginaria pipa de la paz. Bailemos. Todos somos hermanos que se dan más o menos la mano. Borrón y cuenta nueva. A morder el polvo de la concordia.
© Ernesto González, 2009
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