En el sitio donde pones a buen recaudo
el equipaje de olvidadas inocencias,
escondes la cicuta de fuego,
la lanza en ristre,
el caldo donde las brujas vierten sus pezones,
hambres enquistadas en la piel,
gérmenes que germinan en las pezuñas
con las que arañas los misterios,
esas nieblas que insisten en tocar a tu puerta.
Es en ese sitio donde cumples tu sentencia,
predicas tu credo, reenfocas tus mitos,
enfilas el telescopio hacia los escudos
que han sido enterradas en el lodo
de ciertas batallas imprescindibles.
Cara o cruz.
© Ernesto González, 2009
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