No tienes prisa por enunciar
esa culminante disertación
de infértiles asociaciones.
En el río donde el agua cruje
como la furia de un desvelo
un forastero usa relojes
para cruzar hacia el otro lado.
No entiendes su prisa,
su deseo de llegar,
su sacrificio de relojes.
Predices, vuelcas el saco
sobre la arena y encuentras
la insurgencia de la luz.
No tienes prisa de pasar
anunciando el lodo del animal,
la marca prístina de la roca,
victima descendiente
que asciende desde el pozo
donde alguna vez tiraste una
moneda con los ojos cerrados
para oír la profundidad
que nunca entendiste.
Oír la moneda fue el camino,
oír su caída, cerrar los ojos,
palpar la humedad del pozo.
© Ernesto González, 2009
2 comments:
Muy lindo el poema, los otros tambièn, ya veo que dices que son tuyos, màs lindo todavìa.
Te voy a linkar, porque siempre paso de Sofi para llegar a ti.
Un saludo desde Roma:)
Gracias, Yuya. Es mejor viajar directo, sin escalas, no? Pero no dejes de visitar a Sofia, que siempre escribe cosas interesantes.
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