Después de la cena,
algo ha quedado.
Ese olor a ciprés recién cortado,
las luces de colores,
la tenue disipación
de esta tarde de invierno.
Después de la cena,
algo ha quedado.
Ese olor a tinto ya seco
en el fondo de la copa,
la niebla y este casi silencio,
esa música que viaja suave,
como con miedo a importunar.
© Ernesto González, 2008
4 comments:
Uuff!!! ¡Qué bien encontrarse con este poema recién salgo de la cama una gélida mañana de invierno madrileño! Me gustan los poetas de sangre, los poetas naturales, esos que se leen sin nada que objetar, como viene la vida, y luego sientes sus versos en el estómago como algo vital --insignificante o grandioso pero vital-- y por eso forman parte de la vida.
Gracias, poeta.
David, gracias por sus palabras. Me alegra que haya encontrado esa vitalidad en mi poesia. En realidad es dificil expresar claramente el agradecimiento que se siente ante un halago como el suyo, pero creame que se lo agradezco.
Muy de acuerdo con David.
Gracias, Zoe.
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